¿Por qué no existe la intolerancia al gluten?

A raíz de la sonada polémica de McAitana (si no sabes de lo que te hablo, lo estás haciendo bien en la vida xD), me dio por poner en Twitter una frase que, para mí, parecía de lo más lógica, pero que tras las numerosas respuestas que obtuve, me di cuenta de que igual aun nos queda mucho por trabajar en concienciación sobre la enfermedad celíaca.

Así, con el presente post voy a intentar explicar, de la forma más resumida posible (y sin entrar en demasiados tecnicismos, ya que el post pretende atraer a todos los públicos, y no espantarlos) POR QUÉ NO EXISTE LA INTOLERANCIA AL GLUTEN y el motivo por el cual creo que es importante no confundir términos.

Lo sé, no se trata de que tú te lo hayas inventado. Posiblemente lo habrás escuchado en infinidad de sitios: prensa general y especializada, profesionales sanitarios, consultas médicas, libros, revistas y hasta tu vecina que dice que se lo diagnosticaron de esa forma…

El problema con la denominación adecuada de la enfermedad celíaca y otras patologías relacionadas con el gluten viene desde lejos, ya que es bien sabida la falta de consenso en cuanto a terminología dentro de la comunidad científica.

Es por esto que en 2013 se produjo el “Consenso de Oslo”, es decir, los mayores expertos mundiales en EC se reunieron en dicha ciudad para intentar llegar a un acuerdo respecto a la terminología usada, lo que facilitaría la clasificación de los diferentes tipos de EC y, lo que es más importante, evitaría confusión con otras patologías relacionadas.

Fue ahí cuando, conscientes del uso extendido de “intolerancia al gluten”, acordaron que debía quedar en desuso.

Y te preguntarás, pero ¿qué más da? ¿No viene a decir lo mismo? Si al final es una forma de expresar que te sienta mal el gluten…

PUES NO. Como todo en la vida, las palabras importan, ¡y mucho! El uso inadecuado de las mismas puede afectar al conocimiento de la celiaquía, cosa que es crucial para poder entender la importancia de llevar una dieta estricta sin gluten y, sobre todo, para que no pensamos que fulanito o menganita son “muy obsesivos” (sí, por desgracia lo he oído más de una vez) con no tomar gluten.

Así, creo que lo primero que hay que hacer es definir bien la diferencia entre intolerancia, alergia y patologías relacionadas con el gluten. ¡Al lío!

Intolerancia alimentaria

Una intolerancia alimentaria consiste en la incapacidad de digerir ciertas sustancias, principalmente hidratos de carbono, lo que terminará provocando que, consecuencia de esta mala digestión, se produzcan ciertas molestias digestivas (aunque también extradigestivas), como meteorismo, distensión, diarrea, dolor abdominal, dolor de cabeza, neblina mental…

Un claro ejemplo de este tipo de dolencia sería la famosa intolerancia a la lactosa.

La lactosa se trata de un carbohidrato (azúcar) complejo que, cuando alcanza nuestro intestino, debe ser procesado por nuestras enzimas digestivas.

Estas enzimas se tratan de un tipo de proteínas que nos ayudan a “cortar” este azúcar complejo, en otras fracciones más simples, que son las que en última instancia se acabarán absorbiendo y pasando al torrente sanguíneo para distribuirse a las localizaciones del cuerpo que las necesiten. En el caso de la lactosa, la enzima que se encargaría de esto sería la lactAsa.

Fuente: www.nutridigestivas.com

En algunas personas, la funcionalidad de la lactasa está mermada, bien sea de forma hereditaria, o como consecuencia de estados inflamatorios intestinales. Eso sí, no todas las personas tienen el mismo grado de “disfunción”, por lo que podemos encontrar casos en los que se llegue a tolerar un yogur natural o un poco de queso fresco, pero no leche; y otros en los que no se es capaz de tomar absolutamente nada de lactosa. Pero, como puedes ver, la respuesta no está mediada por el sistema inmunitario.

Entonces… ¿Qué pasaría si tuviéramos intolerancia a la lactosa y tomásemos algo con ella? Pues todo dependería de tu grado de tolerancia y de la cantidad que tomes, pero posiblemente todo quedase en un mal rato (o a veces un mal día), que te haría ir al baño más veces de las que te gustaría, además de sentirte como un pez globo durante varias horas.

Esto evidentemente, si se hace diariamente, acabará afectando de forma notable a tu salud digestiva pero, si se cometen trasgresiones puntuales, no tendrá una repercusión tan importante en tu salud. Por lo que, aunque siempre hay que estar alerta con la alimentación, no nos condicionaría tanto con posibles “despistes”, como sí pasaría en el caso de las alergias o las alteraciones relacionadas con el gluten.

La aparición de los síntomas asociados suele tardar horas en aparecer tras la ingesta y se acabarán resolviendo en un día aproximadamente. No obstante, el tiempo de aparición de las mismas dependerá de muchos factores, como el vaciamiento gástrico, el acompañamiento de otros alimentos en esa comida, el tiempo de tránsito intestinal, etc.

Alergia alimentaria

A diferencia que las intolerancias, las alergias SÍ ESTÁS MEDIADAS POR EL SISTEMA INMUNITARIO, más concretamente, la respuesta de nuestro sistema defensivo ante de presencia de una proteína que identifica como perjudicial, por lo que despliega todo su ejército para combatirla: los anticuerpos IgE frente al alimento “perjudicial”. (También hay otras no IgE-mediadas, pero no te voy a liar más de la cuenta).

Es decir, en estos casos, el problema se presenta porque la persona que sufre una alergia consume una sustancia ante la que su sistema inmunitario produce reacción y, consecuencia de esto, aparecen los síntomas clásicos, que, dependiendo del caso, pueden variar enormemente en el grado de gravedad: desde alteraciones cutáneas como urticaria, hormigueo o picazón en la boca, inflamación de las vías respiratorias que generen problemas para respirar con normalidad, alteraciones digestivas como diarrea, dolor abdominal, náuseas, vómitos… Hasta el peor de los escenarios: anafilaxia que puede poner en grave riesgo la vida, por lo que en muchos casos obligan al paciente a ir acompañado siempre de epinefrina.

El tiempo de aparición de síntomas suele ser corto. Normalmente, desde los minutos, hasta las 2 horas posteriores de haber ingerido la sustancia.

Incluso trazas de la sustancia alergénica pueden desencadenar toda la respuesta inmunitaria, por lo que, a diferencia de la intolerancia en la que sí podíamos tolerar ciertas cantidades por comida, aquí la única forma de evitar la aparición de síntomas será la exclusión total de dicho alimento o sustancia que lo provoque.

Entonces… ¿el gluten puede provocar alergia? Hasta donde se sabe a día de hoy, NO. Como veremos a continuación, la respuesta inmunitaria que genera la presencia de gluten (en personas predispuestas), está mediada por otras sustancias diferentes a las que desencadenan las alergias alimentarias distintas a las IgE.

Lo que SÍ EXISTE ES LA ALERGIA AL TRIGO. Es decir, la respuesta del sistema inmunitario provocada por ciertas fracciones del trigo (que no el gluten), como pueden ser

Alérgeno
Alfa-purotionina
Trioredoxina
Proteína similar a la taumatina
1-cis peroxiredoxina
Inhibidor de la alfa-amilasa/tripsina
Proteína de transferencia lipídica (LTP)
ω-5 gliadina
Inhibidor similar a la serin proteasa
Peroxidasa
Inhibidor de serin-proteasa
Tiolreductasa

Por lo tanto, también debemos ir desterrando la mala costumbre de decir “¿eres intolerante o alérgico al gluten?”. Como ves, el gluten no provocaría alergias ni intolerancias.

Trastornos relacionados con el gluten

Este punto voy a intentar resumirlo todo lo posible, ya que me daría para un curso entero (de hecho, es una parte del temario que imparto en el curso de patologías intestinales en Nutridigestivas), así que, si eres sanitaria y te gustaría ahondar de forma más precisa en esto, te animo a que hojees el contenido del mismo.

Sin embargo, como el post pretende ser lo más divulgativo posible para concienciar a toda la población, no solo sanitarias, no quiero entrar en tecnicismos innecesarios, e ir directamente al grano.

Cuando tenemos claro que es el gluten el que nos provoca síntomas digestivos, y hemos descartado que no se trata de una alergia al trigo, estamos ante dos posibilidades:

  1. Que se trate de una enfermedad celíaca propiamente dicha
  2. Que sea una sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC)

Enfermedad celíaca

La enfermedad celíaca se trata de una patología de carácter autoinmune que se da en personas predispuestas genéticamente y que aparece en el momento que el individuo afectado ingiere gluten.

De esta breve descripción podemos extraer dos cosas importantes:

  • Se trata de una patología autoinmune, es decir, nuestro sistema inmunitario responde de forma errónea ante la presencia de gluten, quien identifica esta como un agente perjudicial y responde provocando un ataque contra nuestras propias células. Esta agresión se produce principalmente contra nuestro intestino delgado (de ahí que para diagnosticarla se realicen biopsias de duodeno, que es la parte más afectada), aunque no tiene por qué repercutir solo a este tejido, sino que puede afectar a otros muchos órganos, provocando las conocidas manifestaciones extradigestivas de la enfermedad:

Por ello, NO NOS VALE CON LO DE “POR UN POQUITO QUE COMA DE VEZ EN CUANDO, NO VA A PASAR NADA”. Sí, pasa, y mucho.

Cada vez que consumimos gluten (bien sea de forma voluntaria o mediante la contaminación cruzada de forma mantenida), se genera este ataque, lo que hace que a largo plazo el daño en la mucosa del intestino (es decir, la primera barrera que lo mantiene sano) acabe deteriorándose en mayor o menor medida, pudiendo en algunos casos llegando a provocar alteraciones bastante graves.

  • Solo se da en sujetos con predisposición genética: para que se comience a producir este daño, es indispensable que se tenga predisposición genética a desarrollar la patología. Esto no quiere decir que si se tiene predisposición, automáticamente tengamos EC, sino que tenemos “más papeletas” para ello. De hecho, puede que aparezca a edades tardías (no tiene por qué desarrollarse en la infancia). Es más, en estos últimos años se está viendo que la edad de aparición está elevándose, llegando a los 65 años.

La enfermedad celíaca se trata de una patología de carácter autoinmune que se da en personas predispuestas genéticamente y que aparece en el momento que el individuo afectado ingiere gluten.

Así que, como ves, lo de “desarrollar celiaquía por dejar de comer gluten” (algo que he escuchado muchas veces), no tiene sentido porque 1º, se tiene que tener predisposición para ello y, 2º, el detonante para desarrollar celiaquía es la ingesta elevada de gluten en personas predispuestas.

Por lo que más bien sería todo lo contrario: si tienes probabilidad de desarrollarla en el futuro, quizás sería buena idea bajar su consumo de forma habitual…

Por lo tanto, una vez que hemos constatado que el gluten puede estar sentándonos mal, LO PRIMERO ES DESCARTAR CON SEGURIDAD QUE NO ESTAMOS ANTE UNA CELIAQUÍA. Puesto que si se trata de ella y la obviamos pensando que “yo solo tengo una intolerancia”, posiblemente nos estemos provocando un daño que puede llegar a ser irreversible en nuestro intestino.

Si tienes dudas, antes de retirar el gluten, acude a tu médica o nutri y coméntaselo, así podrás hacer el cribado inicial de celiaquía para confirmar/descartar esta posibilidad.

Sensibilidad al gluten no celíaca

Una vez que hemos descartado EC, pero sabemos que el gluten nos sienta mal (lo ideal es identificar esta posibilidad con tu nutricionista, ya que puede haber ciertos factores de confusión que nos hagan creer que es el gluten cuando en realidad pueden ser otros componentes del alimento), nos queda la otra posibilidad: sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC).

La SGNC se trata de una patología de la que a día de hoy seguimos sin conocer demasiado, puesto que ni siquiera tenemos un método fiable para diagnosticarla.

Se trata, pues, de una enfermedad “por descarte”. De hecho, por ahora, el único protocolo de diagnóstico disponible reside en etapas de retirada y reintroducción, para valorar la relación en la aparición de síntomas.

Se cree que pueden estar implicadas otras sustancias diferentes del gluten, como los fructanos (un tipo de fibra fermentable que constituye los archiconocidos FODMAP), u otro tipo de proteínas que también se encuentran en los cereales con gluten, como los ATIs (inhibidores de la α-amilasa-tripsina, unas sustancias que sirven al cereal como defensa ante agresiones externas).

Es por ello que desde algunos sectores de ha propuesto renombrar esta patología como “sensibilidad al trigo no celíaca”, puesto que no se tiene certeza de que sea el gluten quien desencadena esto.

La repercusión de ingerir gluten (o cereales con gluten) si se tiene SGNC no es tan alta que si se tiene EC, puesto que en ella no existe el mismo mecanismo inmunitario que en la EC, aunque sí que se ha visto que, en algunos casos, se puede llegar a generar algo de inflamación mediada por el sistema defensivo innato. No obstante, en otros, sí que podría generarse algo similar a una intolerancia, es decir, si el problema es provocado por los fructanos, puede que no llegue a tener mayor repercusión, más allá de molestias digestivas y extradigestivas (neblina mental, dolor de cabeza, molestias en articulaciones…).

Fuente: nutridigestivas.com

Si se tiene predisposición genética y sensibilidad al gluten, pero no se ha desarrollado EC, te recomiendo que hagas cribados anuales de sangre (siempre y cuando consumas gluten con frecuencia), para evitar pasar por alto el inicio de la patología y diagnosticarla cuanto antes.

Por último, la SGNC no tiene necesariamente asociada una predisposición genética, por lo que se puede desarrollar con o sin presencia de los genes relacionados con la EC.

Eso sí, se ha visto no en pocos casos que algunas SGNC son la antesala de una futura EC. Por esto, si se tiene predisposición genética y sensibilidad al gluten, pero no se ha desarrollado EC, te recomiendo que hagas cribados anuales de sangre (siempre y cuando consumas gluten con frecuencia), para evitar pasar por alto el inicio de la patología y diagnosticarla cuanto antes.

Fuente: www.nutridigestivas.com

En resumen…

Y, con esto, voy a ir cerrando ya por hoy, que creo que he dado ya suficiente la turra.

Espero haber sido todo lo concisa que el tema me permitía (hay cosas que prefería aclarar, para evitar errores de concepto), y no haberte liado demasiado con tecnicismos. 😊

Así, por resumir y dejar claro el concepto que quiero marcar a fuego, quiero concluir con la siguiente reflexión:

Puede parecer que es absurdo insistir en usar la terminología adecuada cuando queremos expresar que el gluten nos sienta mal, pero piensa que, si pensamos que en las intolerancias “por un poquito” no pasa nada, usar “intolerancia al gluten” como sinónimo de “sensibilidad al gluten no celíaca” o “celiaquía”.

Va a perjudicar la concienciación de que CUALQUIER CANTIDAD CONSUMIDA DE GLUTEN ES PERJUDICIAL, NO VALEN MEDIAS TINTAS, sobre todo si lo que realmente tiene el paciente es EC y no es consciente de ello.

Así que, si has llegado hasta aquí, lo primero que quiero hacerte es agradecerte el tiempo que me has regalado y, lo segundo, invitarte a comenzar a llamar a las cosas por su nombre. Si haces esto, nos ayudarás muchísimo a todo el colectivo en la concienciación y progreso en el conocimiento de las patologías relacionadas con el gluten.

Y, si te apetece comentar qué te ha parecido, estaré encantada de leerte en comentarios o que compartas este post en tus redes sociales. ✨💛🌽   

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