A pesar de llevar años dedicándome a aconsejar a mis pacientes cómo organizarse en Navidad para evitar la contaminación cruzada en las comidas familiares que caracterizan estos días, no había sido tan consciente de lo que realmente conllevaba, hasta que me tocó vivirlo de primera mano.
Es cierto que esta ya es mi tercera Navidad como celíaca, así que ya le voy cogiendo el tranquillo a esto. Aun así, he de reconocer que sigue siendo una tarea titánica, sobre todo cuando estás fuera de casa. Ahí podemos llegar a ahogarnos en un mar de dudas e incertidumbres.
¿Habrá cocinado con especias certificadas? ¿Habría harina pululando por la cocina? ¿Esa tabla de cortar es de fiar? ¿Seguro que todos los ingredientes empleados son sin gluten?
Y así, hasta llegar casi al colapso mental. Es una realidad.
Es cierto que desde fuera puede verse casi como una excentricidad o tildarnos de ser “demasiado obsesivas”. Pero es que solo se es consciente de la gravedad del asunto cuando se conoce a fondo la enfermedad.
Y no digo que no haya interés en ni preocupación por nosotras, pero ignorar ciertos detalles pueden hacer que, hasta las personas mejor bienintencionadas, puedan darnos alimentos contaminados.
Por ello, si quieres un par de consejos básicos en caso de que te acaben de diagnosticar y estés agoabiad@ por cómo hacerlo en estas fiestas, te diré:
Involúcrate en la elaboración de platos
¡Es el momento de mostrarle al mundo que se pueden hacer tropecientas opciones de platos sin gluten y deliciosos! No des por sentado que se tendrán en cuenta tus limitaciones alimentarias, ya que por desgracia no siempre es así. Así que anticípate y asegúrate de que, al menos lo que tú lleves podrás comer seguro.
Infórmate de qué platos se van a elaborar e identifica cuáles pueden ser candidatos a versión glutenfree. Por ejemplo, una carne al horno que solo lleve especias. Si te aseguras de que se vayan a usar especias certificadas y que, quien lo cocine tendrá en cuenta evitar la contaminación durante ese tiempo, ya tienes más alimentos asegurados.
No comas de elaboraciones de las que tengas duda
Aunque nos digan que “no debería tener gluten”. Si no estás segur@ de que se ha cuidado la posible contaminación en la cocina, no merece la pena correr ese riesgo.
Asegúrate de que habrá algo de postre o “dulces” aptos.
Quienes padecemos limitaciones dietética de cualquier tipo, sabemos la frustración y tristeza que produce ver cómo todo el mundo está disfrutando de un buen postre o puede probar algún dulcecillo de la bandeja navideña… Cuando ya llevas muchos años con esto, al final por fuerza de repetición se suelen acordar de tener algo para ti. Sin embargo, sigue mi consejo y anticípate a esto llevando algo que puedas comer, así evitarás estar como los perros de Pávlov cuando llegue la hora del postre.
¡Cuidado con las migas de pan voladoras!
¿Sabes eso de que cuando te quemas, casualmente todo el mundo te da palmaditas en la espalda? Pues algo así nos debe pasar a los celíacos con el pan… Da igual dónde nos sentemos, que posiblemente si hay que pasarle el pan a alguien, este transitará por encima de tu plato si no estás atenta. Así que mucho ojo con esto, ¡que las miguitas las carga el diablo!
Y más ojo aún con los untables y similares…
En este tipo de comidas o cenas es común que haya untables de diferentes clases, como hummus, guacamole, quesos cremosos o similares, que comúnmente se consumen untados en pan o con picos, regañás, etc. Tanto en caso de que se “rebañen” con biscotes o picos, como si únicamente se usa el cuchillo para untar posteriormente en pan, esa elaboración se va a contaminar, por lo que ya no será segura.
Así, te animo a que si es un untable glutenfree y quieres probarlo, te anticipes y te sirvas un recipiente aparte (o en tu plato). De esa forma podrás disfrutarlo con tus biscotes sin gluten, sin peligro de contaminación.
Los platos al centro mejor con una cuchara única para repartir
Si cada comensal empieza a meter el cubierto para servirse, la probabilidad de contaminación de esa receta aumenta de forma exponencial. Así que te animo a comentar al resto de personas que, si no les importa, usen el cubierto que contenga cada elaboración, para servirse en sus platos.
Si por el contrario esto no fuese posible por cualquier motivo (no seré yo quien te diga que le digas a tu suegra cómo puede servirse el plato xD), échate la primera en tu plato antes que lo haga el resto –o apártate uno con lo que quieras probar más adelante-, y come exclusivamente de ahí.
Y, por último, me gustaría hacerte una reflexión:
Tenemos que saber qué batallas luchar y cuáles mejor ahorrar fuerzas. Entiendo que haya situaciones en las que priorices llevarte tu comida y calentarte la cabeza de más (ni crear el típico ambiente de que todo el mundo esté agobiado por qué puedes comer o no). Es lógico que en determinados momentos no nos veamos con fuerzas o ganas de andar controlando todo.
Pero, seamos sinceras, si no aprovechamos estos eventos para educar al resto de los familiares en qué consiste esta enfermedad, haremos un flaco favor a la concienciación y normalización de la celiaquía.
Eso sí, no consiste en dar chapas monumentales sobre fisiopatología, sino hacer ver que con un poco de interés y cambios que no suponen un mundo, se puede hacer una comida segura, variada y apta para todo el mundo, no solo para las que somos “raritas” de la mesa (otro día si eso hablamos de lo insultante es que te digan eso, aunque sea con cariño. Que no tengo ganas de jardines por hoy).
Y, lo más importante, disfruta de la compañía más aún que de la comida. Que en los tiempos que vivimos, es el mayor lujo de todos.
¡Feliz navidad libre de contaminación cruzada! 🙂